A continuación repasamos algunas de las dudas más frecuentes en torno a nuestros servicios.

Debemos acudir a un psicólogo cuando detectamos que uno o varios problemas están llevando las riendas de nuestra vida y nos provoca un gran malestar para continuar con normalidad.

Por ejemplo, cuando creemos que nuestra vida carece de sentido; nos vemos incapaces de disfrutar o encontrar algo positivo en vivencias cotidianas; cuando percibimos nuestro entorno como algo amenazante, negativo, con sentimientos de soledad, creyendo que todo nos sale mal y que nuestra situación no va a cambiar; cuando tenemos un miedo excesivo a desarrollar nuestra actividades; cuando las obsesiones que tenemos no nos permiten vivir sin ansiedad; cuando tenemos dificultades sexuales y no disfrutamos de nuestras relaciones; o cuando los silencios, los desplantes o los gritos sustituyen al diálogo, y los problemas de comunicación enturbian nuestra relación con los demás.

Pedir ayuda a un profesional no es señal de locura o debilidad, si no todo lo contrario, es señal de que somos valientes, hemos aceptado que tenemos un problema y decidimos pedir ayuda.

Quizá tienes claro que algo debe cambiar en tu interior, que debes experimentar una transformación para poder seguir avanzando. Estas son las situaciones en las que muchos se encuentran cuando se deciden a experimentar un proceso de coaching:

  • Quieres cambiar de trayectoria profesional. Cuando te incorporaste al mercado laboral pensabas que ese puesto iba a ser temporal, pero las circunstancias te han obligado a continuar en el mismo lugar. Ahora quieres dedicarte a algo que verdaderamente te motive, pero no sabes qué puedes ofrecer profesionalmente.
  • Necesitas avanzar en tu carrera. Posees una experiencia consolidada en tu puesto, pero has tocado techo. Deseas cumplir las aspiraciones que te propusiste hace años y salir del estancamiento en el que ya no te sientes tan cómodo. Hay estrategias que te pueden ayudar a conseguirlo.
  • Has llegado a una encrucijada. Después de pasar años dedicado a un sector, no encuentras salida. Ya no se contrata a trabajadores con tus conocimientos porque tu profesión está desapareciendo. La salida es reinventarte aprovechando todo esa experiencia acumulada. Un coach puede orientarte en tu camino.
  • Necesitas conciliar con tu vida personal. Ha llegado un momento en que te resulta imposible compatibilizar tu horario laboral con el tiempo que quieres dedicar a los tuyos. Ya solo desde un punto de vista práctico, cuando debes hacerte cargo de niños o de personas dependientes, estar todo el día fuera de casa puede llegar a ser menos rentable que trabajar. Necesitas dar un nuevo enfoque a tu profesión.

Básicamente, en cualquier situación que te genere sentimientos o emociones negativas, o simplemente por el deseo de avanzar de una forma eficaz en algún momento determinado.

El psicólogo es un profesional de la psique humana experto en cómo nos comportamos, cómo pensamos y cómo sentimos. Dentro de la psicología (ciencia que estudia la conducta humana) existen muchas especialidades, en mi caso la familia, relaciones humanas, pareja y adicciones. El conocimiento de los procesos psicológicos es mayor en este profesional que en el coach, por ello están más capacitados para abordar temáticas profundas y de gran calado.

El coach, por su parte, es un experto facilitador, un profesional que acompaña en los procesos de cambio. Gracias a sus grandes armas comunicativas, es capaz de ayudarnos a conseguir nuestros objetivos mediante la toma de compromisos y distintas herramientas para el cambio.

La gran diferencia, desde mi punto de vista, es que un coach nunca te dice lo que tienes que hacer, te ayuda a averiguarlo por ti mismo mediante el uso del diálogo socrático (preguntas). Sin embargo, los psicólogos analizan en profundidad, interpretan, sacan conclusiones y te las muestran.

En mi caso, puedo ser psicóloga y coach a la vez, o no. Puedo ser psicóloga y utilizar herramientas de coaching y puedo ser coach y utilizar herramientas de la psicología. Cada profesional tiene su propio estilo.

Los psiquiatras son médicos especialistas en trastornos psiquiátricos. Estudian y tratan los procesos biológicos que se relacionan con la salud mental. Intervienen mediante el uso de medicación. Los psicólogos tienen estudios universitarios en psicología y se dedican a evaluar y tratar los procesos psicológicos que se relacionan con la salud mental y el bienestar personal. En concreto, se centran en el pensamiento, emociones y conducta del sujeto. La psicología, tiene como objetivo ayudar a la persona a comprender qué le ocurre y gestionar estas tres dimensiones (pensamientos, emociones y conducta) para conseguir mitigar el sufrimiento y lograr un mayor bienestar psicológico. En ocasiones, psicólogo y psiquiatra hacen un trabajo conjunto, de manera que el primero se encarga de la intervención psicológica y el segundo, del farmacológico.

Las sesiones van dirigidas a conseguir el bienestar psicológico del cliente. Para ello, se parte de un proceso de evaluación en el que se obtiene información para determinar la dificultad o problema concretos y sus causas. A continuación, se marca un plan de acción. Siguiendo este plan a lo largo de las sesiones, el cliente aprende a gestionar o controlar su problema mediante determinadas técnicas y tareas. Al finalizar la intervención o asesoramiento, una vez alcanzados los objetivos, se le dan al cliente una serie de herramientas, pautas y estrategias de afrontamiento relacionadas con el proceso que se ha seguido, para que pueda continuar sintiéndose bien en el futuro.

Dependerá del caso y se determinará a partir de la evaluación y de los objetivos que se vayan consensuando. Sin embargo, uno de los objetivos es que la mejora empiece ya desde la primera sesión y que la duración del proceso venga determinada por las necesidades personales.

Normalmente suele ser de una sesión por semana. A medida que la persona va mejorando, se van espaciando las sesiones. Una vez finalizada la terapia psicológica, pueden realizarse sesiones de seguimiento (normalmente a los 3, 6 y 12 meses) para comprobar que los cambios alcanzados se mantienen en el tiempo. Cuando el cliente ya ha resuelto su problema o dificultad, siempre estaré a su disposición por si quiere hacer alguna sesión de refuerzo o perseguir nuevos objetivos de mejora si así lo requiere. De todos modos, empezar a ir al psicólogo no significa que se acabe acudiendo a éste durante mucho tiempo: la intervención psicológica en muchos casos suelen ser procesos puntuales y breves en el tiempo.

La fluidez de la conversación se alcanza igualmente presencial o vía on-line. Los requisitos para tener una conexión fluida y de calidad están asegurados. Algunos de estos requisitos son: ancho de banda que garantiza una alta calidad para las videoconferencias, equipo necesario (velocidad del procesador adecuada, auriculares con micrófono de alta calidad, webcam de alta definición, etc.) y estrategias de acción que optimizan la conexión (el ordenador que se utiliza solamente está destinado a las videoconferencias, se desconectan el resto de dispositivos USB…). El cliente también tiene que cumplir unos requisitos mínimos, pues el compromiso que asegure una buena conexión debe existir por ambas partes. Estos requisitos mínimos están detallados en la misma web de Skype. De todas formas, si en la primera sesión se detectara una conexión de mala calidad que hace que la terapia on-line no sea factible, se devuelve el dinero o se busca una solución alternativa.

La confidencialidad está totalmente garantizada en las sesiones presenciales y por videoconferencia. El secreto profesional y la confidencialidad son puntos que se recogen en el código deontológico del psicólogo y, por lo tanto, es un deber para el profesional. En relación al intercambio de correos electrónicos, utilizamos todos los medios que están a nuestro alcance para que la seguridad sea la máxima posible. Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que Internet, como todos sabemos, no es una red de comunicación 100% segura.

El psicólogo consultor realiza todas aquellas funciones propias de la psicología  que no sean sanitarias ni que sean competencia de profesionales sanitarios, mientras que los psicólogos sanitarios realizan actividades sanitarias que influyen en la promoción y mejora de la salud.